HOY ES EL DÍA MUNDIAL DE LA DIABETES, una enfermedad silenciosa que se ha convertido en un problema global con tendencia a seguir en ascenso en los próximos años.
La diabetes tipo 2 es una patología relacionada con el estilo de vida. El sedentarismo y hábitos en la alimentación poco saludables han generado un aumento en la incidencia de la obesidad y la diabetes tipo 2.
Además de los hábitos de vida, poco a poco aparece como protagonista la microbiota intestinal. Las investigaciones científicas de los últimos años señalan que los pacientes con disbiosis intestinal tienen alterada la respuesta inmunitaria y tienen alterada la barrera intestinal. Ambas características favorecen la aparición de un estado de inflamación crónica de bajo grado, que puede influir en la aparición de la obesidad y el síndrome metabólico, la resistencia a la insulina y la diabetes.
Las consecuencias a largo plazo de la diabetes son importantes y genera daños a cualquier nivel en el organismo, desde pérdida de visión, de audición, problemas en la cicatrización y úlceras, tendencia a las infecciones por alteración del sistema inmunitario, problemas cardiovasculares como infartos e ictus, problemas renales…
¡La prevención en esta enfermedad desempeña un papel muy importante!
En cuanto a la dieta, tanto de forma preventiva si hay tendencia familiar como para los pacientes diabéticos, es muy importante que sea saludable, antiinflamatoria, con abundantes antioxidantes y que aporte la energía necesaria para afrontar el día:
- Restringir los azúcares de absorción rápida (zumos de fruta, dulces, repostería, etc.)
- Consumir alimentos con hidratos de carbono de absorción lenta, ya que producen una elevación más suave de la glucosa en sangre: legumbres, pasta de trigo integral, guisantes… También es recomendable consumir alimentos ricos en fibra como las verduras, así como los yogures naturales o el kéfir y los frutos del bosque.
- Reducir las grasas y limitar los alimentos de origen animal y elegir grasas monoinsaturadas, como el aceite de oliva y el aguacate.
- Los alimentos prebióticos y los probióticos contribuyen a mejorar la microbiota intestinal, a mejorar su diversidad y a que generen metabolitos (como el butirato) que reducen la inflamación de bajo grado.
El otro gran protagonista en la prevención y en la mejora de la enfermedad es el ejercicio físico. Contribuye a disminuir el peso a expensas del porcentaje de grasa, a reducir la grasa visceral que se relaciona con el riesgo a desarrollar el síndrome metabólico y a mejorar la masa muscular que disminuye la resistencia a la insulina. El ejercicio debe ser aeróbico y de fuerza, la combinación de ambos es la mejor fórmula de éxito para optimizar la salud y la calidad de vida.
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